domingo, 1 de diciembre de 2013


Ya sé que tengo el tiempo hace tiempo enredado en los tobillos,

 y a la altura de mis ojos otras cosas.

Una materia en mí que busca ser desaparece.

Soy entonces el mineral  de la roca que arde en tus ojos.

Dejar de ser es cosa del tiempo.

Basta con dejar de sentirse para no ser.

No ser es el modo más preciso de igualarse a las cosas.

La sangre derramada por tanta palabra muerta es.

La sed que da la sal de tanta herida es.

Escalo todos los silencios como nunca para divisar su nombre como siempre.

Desde esta altura no se vive.

Desde esta alta hora que es ahora no se muere.

Brilla el mineral bajo mis manos mientras lo pienso.

Suena en todos los colores un cantico inverso.

¿Qué voluntad provocó el ocaso?

 ¿Qué palabra le siguió a la noche?

 Que se apague la Luna.

Quiero una oscuridad digna de mi pena

Una nube en cada gota.

Una música violenta que levante piedras.

Una balada de otro tiempo para el tiempo incrustado como bala en la memoria.

Una memoria de pez habituado a lo aéreo, quiero.